«Pide y te será dado». Enmienda de un viejo poema
Quiero todavía con mis pies derechos, arrastrar la arena mojada de Acapulco y batirlos aunque duelan, bajo las aguas revueltas de las cataratas del Niágara. No me lo impidan.
Quiero encenderme bajo el sol intenso de una tarde de Egipto o perderme sobre dos pies, aún míos, en un laberinto enigmático donde amó Nefertiti. No me lo impidan
Quiero todavía levantar mi pierna derecha en un torpe giro de Can Can o ballet y ser dibujada por Loutrec o Degás en mi vieja cita en Moulin Rouge. No me lo impidan.
Quiero jugar todavía, un poquito al menos, con Mickey y Cinderella y Pinocho y asustarme sin miedo en un túnel del terror en Disneylandia. No me lo impidan.
Quiero bailar una samba, en carnaval brasileño y mover las caderas aún un centímetro, y beber caipiriña helada sin temor a caerme y dejar mi esqueleto. No me lo impidan.
Quiero saltar todavía aunque sea bajito y “cantar bajo la lluvia” una noche de un Winter newyorkino, llevada en andas por el fantasma de Astaire o de Kelly. No me lo impidan.
Quiero desandar todavía bajo un cernidillo por aquella montaña, aunque mis pies se hundan ante el peso anidado de sinsonte preso de su propio cuerpo. No me lo impidan.
Quiero que mañana algún sabio antiguo me cosa esa vértebra para alzarme vagabunda por un nuevo atajo, antes que se acabe el tiempo de conocer a Merlín. No me lo impidan
Quiero incluso, perderme en la niebla de Londres y orar en silencio en su antigua abadía y subir a aquella Torre donde mataron a Ana, la buena Bolena. No me lo impidan.
Quiero caminar, con mi paso débil y hasta repatear ese cacho de muro terco que aún no cayó, del Berlín cubano, para convencerme de que la Injusticia tiene un día final. No me lo impidan.
Quiero calle ya, toda chusma indigna, que no me conoce y no me merece e inventa sofismas, para volar serena donde sí me esperan, los que sí me aman. No me lo impidan
Quiero que ahora mismo, en mi triste Cuba, cesen ya los golpes a mi espina vieja, de las hordas rojas, apagando voces, para ir erguida ese día nuevo de mi despedida. No me lo impidan.
Quiero, hoy, ahora, que en mi patria bella se hagan realidad todas las promesas sin otras mentiras ya tan «remanidas» de una tierra fresca, libre de opresión. No me lo impidan
Quiero y ya lo quiero, que toda aquella voz, del cubano bueno, hoy se pueda oir, rota la censura, donde todos juntos los de allá y aquí podamos gritar ¡Viva Cuba Libre! No me lo impidan
Quiero ahora mismo ver allá a lo lejos, un barco muy lleno, donde al fin se marchan todos los sicarios y los asesinos, junto al dictador que a mi Cuba tanto, le han hecho llorar. No me lo impidan
Quiero en fin, el mar de mi Cuba azul…nuestro, nuestro, nuestro, para los cubanos, de los de verdad. Nadie impedirá
24 de diciembre de 2014