Honrar,honra. José Martí
No me invitaron ¡Qué vergüenza! (la de ellos)
No tienen límites. Si me lo hubieran contado hace unos pocos años, no me lo hubiera creído. Ahora es distinto, ahora los creo capaces de cualquier cosa. No tienen ética.
No tienen clase.
Se están celebrando por estos días de Agosto de 2012 en Cuba, diversos eventos como homenajes, galas, etc., con motivo de la celebración del 90 aniversario de la Radio Cubana.
No quiero ser picúa ahora y decir agarrada de la cortina “a la que le entregué toda mi vida” “es una carrera de enormes sacrificios”.
No, señor no, así no es ¡Fueron los mejores cuarenta años de mi vida!
¡Me divertí llorando! Amé, odie, fui buena y mala, horrible y bella, homicida y mártir, en una sola mañana en la Radio. Viví. Me vestí sinceramente con todas las pieles ajenas que pude y eso me hizo crecer como ser humano, porque llegué a veces tan adentro de algunos personajes que me los llevé conmigo para siempre y eso es como vivir muchas encarnaciones a la vez y aprender por adelantado lo que “tienes” que aprender y eso es bueno, porque te acorta el camino hacia la Luz.
Tengo premios ganados como la mayoría de “los que quedamos”, sólo los imprescindibles, para que no me puedan borrar. Todos los días cuando recorro las calles, alguno de mis fans me sonríe y me recuerda que no me olvidan, que me extrañan y esperan mi regreso.
Lo único que no les podrán robar a los pueblos, aunque quisieran, es su memoria.
Aún así, ya rezo en los libritos de algunos que se encargan de archivar la Historia de los medios, no sé si ya me tacharon de la lista o si estoy en otra peor, lo que sí es estrictamente cierto es que el pasado año, aparecí “con honores” en un documental,” 50 en los 50”, donde se recogen entrevistas de 50 actrices de las más destacadas en estos últimos 50 años, pobre hombre, ¡estaba tan ilusionado con su documental!, pero el día de la presentación de éste, en un teatro de la Habana, yo entraba a las Damas de Blanco y aunque después no pude continuar, fue suficiente, doy mi palabra de que no lo calculé, pero salió así, lo lamento…por él.
No he oído hablar más del documental (antes de editarme)
En la Radio he pasado la mayor parte de mi carrera, amo la Radio a pesar de los salarios humillantes que recibe un actor en ella, el arte se va por encima de esas ruindades, pero en estos últimos tiempos mi lengua andaba suelta y mis ideas bullían demasiado y ocurrió lo inevitable.
Me encontraba, interpretando en uno de los espacios de más audiencia de la programación dramática de Radio Progreso, un personaje que inicialmente iba a ser un personaje secundario y que acepté por petición personal de la Directora ya que estoy evaluada como primera actriz y siempre he sido muy respetada en esta emisora por mi labor, pero recién me reincorporaba luego de una larga historia y necesitaba trabajar, además de porque no creo en personajes pequeños.
Resultó que después, la Escritora, que es una estelarísima muy respetada y mi admiradora de siempre, me oyó y se fue “enamorando” de mi interpretación y comenzó a darme cada vez mayor participación, pero como no había tiempo de reescribir los libretos y ella confiaba en mi profesionalismo, le pidió a la Directora (que después supe que no le dio gracia el asunto pues “violaba su autoridad”) , le pidió, que me dejara improvisar, lo que ya yo hacía, para enriquecer al personaje con cantos, bailes, dicharachos y refranes populares, pues era una loca mendiga, (la Sijúa) de Santiago de Cuba en el contexto de la Cuba pre revolucionaria.
El estudio se llenaba de “observadores” y los jóvenes que normalmente se iban “disparados” cuando terminaban su parte, se quedaban, pues estaban fascinados con mi actuación, (así me decían), antes del fatídico día.
Estaba completamente metida en la piel de mi personaje cuando, en medio de una de las escenas que llevaba una enorme carga dramática, la Sijúa, menciona, entre frases casi ininteligibles, así hablaba a veces, la muerte de una hijita, (la cual, era el detonante de su locura y que murió por su carencia económica) a la vez que mezclaba las ideas unas con otras. Aquí la escritora se lució, era una escena magistral.
De pronto y sin saber por qué, no sé si fue la mezcla de la carga del personaje, con la que yo traía por esos días, empecé a sonar una latica que acostumbraba sonar la Sijúa, al pedir su limosna y bailando empecé a gritar como poseída, una frase que hizo memorable, la desaparecida y genial actriz y animadora que fue Consuelito Vidal en su anuncio televisivo de jabón, por la década del 50, haciendo sutil alusión, a los “opositores” barbudos, que luchaban en la Sierra Maestra (por una Cuba mejor) ; “Hay que tener fe que todo llega” …y me fui yendo con millones de visajes, diciendo esta frase sin parar.
A la directora, que siempre fue una oportunista, le dio una alferecía, pero no podía hacer nada conmigo, fue el personaje quien habló y no yo. Yo soy una actriz muy convincente.
Días después, con un pretexto ridículo esta directora provocó un incidente, por el que me aplicó una medida para separarme como actriz, lo que no logró y fui indemnizada, aunque siempre dejó sus estragos, que ahora se sienten.
Unos meses más tarde fui nominada al mayor premio de actuación del año (no era el primero) por esta interpretación, el Caricato 2008, el cual, según mis compañeros, me lo quitaron.
No lo sé, eso siempre es muy subjetivo.
Ahora no me dejan hacer, estoy censurada, no me invitan a lo que me pertenece por derecho propio, a lo que me gané con mi talento y el susurro de Dios. No importa.
¡“Hay que tener fe que todo llegaaaaaa”!
21 de Agosto de 2012