Recién llegado de visita a Estados Unidos allá por los años ochenta y pico, se encontraba Andrés conversando con su hijo, al que no veía hacía cerca de veinte años, mientras degustaba un desayuno cuyo sabor le producía a su pesar, el dolor de lo tan ansiado.
Hablaban de temas múltiples que se entrelazaban unos con otros en la premura de decir “para que no se me olvide” cosas apiñadas en los recuerdos que crean a veces una confusión de ideas, de cosas que se quieren transmitir sin omisión, de hechos que se debieron vivir juntos y que forman la memoria emotiva de todo ser humano y que al paso del tiempo unen a las familias en esa comunidad de vivencias mutuas, buenas y malas, que se guardan como tesoros nacidos de la complicidad de los que se quieren.
Llegado un punto, comenzaron a comparar lo incomparable de sus cotidianidades y diferencias abismales en cuanto a la política y estado financiero que experimentaba tanto el padre como el hijo en sus países respectivos, cuando sin darse cuenta, Andrés comenzó a hablar en un susurro que hacía casi ininteligible su conversación para el que tratara de escucharlo.
Andy que no entendía por qué este cambio en la emisión de voz de su progenitor, le preguntó preocupado:
_ ¿Qué te pasa papá, te sientes mal? ¿Por qué hablas así, casi no te oigo?
_ Es que estás hablando del presidente de este país de una forma que… ¡Ay mi madre, si alguien te oye!
_ ¡Si me oyen qué, papá!
_No te busques problemas mi hijito y no me los busques a mí. Mira que yo dejé a tu madre allá en Cuba sola y tengo que volver.
_ ¡Papá! Estás en Estados Unidos de América, esto es un país D-e m-o-c-r-á- t- i- c-o aquí somos ¡LIBRES!
Acto seguido, abriendo la puerta y parándose en el zaguán de su casa gritó estentóreamente:
_ ¡Odio este gobierno y al presidente (X) de este país! (noten que yo no digo nombre)
Ese día hubo que llamar a los paramédicos por la subida de presión de Andrés.
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Este es para mí, uno de los mayores daños que ha hecho esta dictadura a los cubanos, La Paranoia.
La mayoría no lo reconoce, culpan y diagnostican a los demás, pero Ellos, son demasiado “equilibrados”, incapaces de contaminarse con enfermedades de “locos” y para no discutir y porque ya no importa, uno los deja correr y se ríe por dentro al oírlos discursar bajito y percatarse cómo les sale “aquello” en algún punto de sus razonamientos.
Hoy por hoy en Cuba, nadie confía en nadie. Nos “lavaron el cerebro”. El gobierno omnipotente todo lo sabe. Sobre todo si te metes al oficio de Opinante. Siempre eres un potencial enemigo.
Estés a favor o en contra de los comunistas, Si piensas por ti mismo, siempre eres sospechoso, siempre hay que tener cuidado contigo, siempre hay “algo raro” en ti, siempre eres del G-2 lo que es lo mismo, de la Seguridad del Estado o sino, eres un Mercenario vendido al Imperio Feroz. No hay arreglo.
Y si por casualidad Dios te dotó con determinados talentos que te hacen sobresalir aunque sea un tanto así, estás perdido. Tienes “afán de protagonismo”. No eres “confiable”
Mmmmm, eres peligroso, puedes mover algún piso. Lo mismo para los comunistas frustrados, que nadie recuerda su nombre muchas veces y envidian lo ajeno, que para algunos de los que “dicen” pensar como tú. Incluso te etiquetan con conocimientos de un doctorado, de no se sabe qué Universidad
Lo más triste es que el único que conoce la Verdad de quién es quién, es la Seguridad del Estado, a los cuales finalmente hay que darles el Oscar en la especialidad de “Disfraces” y el Premio Nobel en Química de la Mentira
Odio la Traición y la Ignorancia. Sin comentarios.
Estamos muy enfermos, graves, de un mal irreversible y ya no podemos definir siquiera a aquellos que vienen con las manos abiertas a darnos un abrazo no de Judas, sino de paz y solidaridad.
Según un dicho latino “Divide et impera” que por extensión significa:
Divide y Vencerás, ha sido la práctica más inteligente usada por el enemigo. ¿Cuál enemigo?
¿En qué bando tú estás?
analuisa.rubio@yahoo.com
05/05/2013